La familia como fuente de aprendizaje y como responsable principal de la educación sexual de sus hijos e hijas.

Por unos BARRIOS SANOS.

Entendemos la familia como el núcleo social al que nos sentimos arraigados porque nos cuidan y nos dan protección, y debería estar caracterizado por el sentimiento de amor y pertenencia. Todos los tipos de familia son perfectos cuando existen vínculos afectivos seguros.

La familia es la primera figura de apego y referencia en la infancia y es en el núcleo familiar donde recogemos y formamos nuestro esquema de valores.

 

La familia tiene un papel crucial en que la juventud pueda disfrutar de una sexualidad coherente, libre, responsable, respetuosa y respetada. Como madres y padres debemos tener presente nuestra irremplazable tarea.

De la misma forma, hemos de tener en cuenta la necesidad de crear y mantener una nutrida y coordinada red social (tutor/a del colegio o del instituto, educadores/as sexuales, enfermeros/as o médicos/as del centro de salud, monitores/as de actividades extraescolares, etc.) en la que la familia necesariamente ha de ser parte activa. Sólo de este modo podremos facilitar información fiable sobre cuestiones relacionadas con la sexualidad, así como contribuir a que los y las jóvenes puedan procesar el torrente informativo al que están expuestos/as.

Acompañarles durante todo su desarrollo evolutivo es crucial. Es importante que desde los primeros años de vida se pueda hablar en el hogar de todo lo que a los chicos y chicas les interesan.

Un punto de partida es empezar a llamar a las partes del cuerpo por su nombre. Con 2 o 3 años el niño empieza a preguntar y es mejor decirle las cosas por su nombre, pene, vagina, testículos, vulva…

Es importante que aprendan el concepto de “privacidad”. Enseñarles desde pequeños/as a respetar y cuidar su cuerpo y el de los demás como algo valioso, explicar la importancia de saber decir “no” de manera que sepan valorarse a sí mismo y a su individualidad.

Intenta responder a sus preguntas. Responder con naturalidad y sinceridad, solo de esta manera te podrás convertir en un referente de confianza.

No es necesario ser experto para educar, basta con tener una buena información básica sobre los aspectos más relevantes y no dejarte llevar por miedos, mitos, tabúes.

La mejor manera de enseñar valores es mostrarlos a través de nuestra conducta y es algo que hacemos inconscientemente cada día.