Intervención de Margarita García Álvarez, Presidenta de la Federación, en los Premios vecinales

Buenas tardes a todas, y gracias por acompañarnos en esta séptima edición de la entrega de los premios vecinales que otorga la Federación, correspondientes al año 2021.

Después de dos años de pandemia, parece que al fin se empieza a recuperar una cierta normalidad que nos permite llevar a cabo esta celebración con el salón lleno. Ciertamente, falta gente. Y queremos, antes de pasar a la entrega de premios propiamente dicha, tener un recuerdo para todas las personas implicadas, con cargos o sin ellos, en el movimiento vecinal, que han fallecido a lo largo de este año. Para todas ellas, pido un fuerte aplauso en su memoria y en agradecimiento al trabajo desarrollado para mejorar la calidad vida en nuestros barrios…

También queremos tener un cariñoso recuerdo para nuestra Belisa Crepusculario, el personaje creado por María José Larena para presentar este acto en ediciones anteriores. Este año, por motivos de agenda, no ha sido posible disfrutar de su buen hacer y sus preciosas historias. En cualquier caso, tenemos una presentadora de lujo, Charo Vergaz, a la que agradecemos su desinteresada colaboración.

Este acto pretende ser un espacio de encuentro y reconocimiento entre las distintas asociaciones que formamos la federación, y también con distintas personas y organizaciones que colaboran con nosotras, o que comparten nuestro principal afán, que no es otro que trabajar para conseguir que las personas que habitan nuestra ciudad, las de siempre y las recién llegadas, las que viven con holgura y las que no llegan a final de mes, las jóvenes y las mayores, las minorías, las mujeres… todas, en general,  puedan disfrutar de una vida digna y tranquila en una ciudad cada vez más amable en lo estancial y en lo personal.

En este trabajo estamos no sólo el movimiento vecinal; también grupos y colectivos que trabajan en distintos ámbitos, como la movilidad, la vivienda, el medio ambiente, la cultura, la infancia, las mujeres, la sanidad, la educación, los servicios sociales… Y todas las entidades en colaboración, o tratando de negociar sus propuestas con el gobierno municipal, que en muchos casos es quien tiene la capacidad y la competencia de llevarlas a cabo.

Este entramado de organizaciones, tanto a nivel ciudad como en cada barrio, es una increíble oportunidad para la colaboración, para el trabajo en red. Una oportunidad que, como asociaciones vecinales, tenemos que aprovechar, pues nos permite por un lado reducir la carga de trabajo, al crearse sinergias y no duplicar actuaciones y, por otro lado, dar a conocer el movimiento vecinal como espacio generalista, que trabaja de forma simultánea en todos los temas que afectan al barrio y a su vecinadario. Porque, aunque a veces pensemos que somos un poco “el ombligo del barrio”, la verdad es que muchísimas personas no saben que existimos, o las asociaciones vecinales le suenan a algo del pasado, caduco y sin utilidad hoy en día. Una muestra de esto es la dificultad para renovar las juntas directivas, e incluso para incorporar nuevas personas socias, especialmente jóvenes, estirando el concepto “joven” a una edad que no supere los cuarenta, o incluso cincuenta años…

Los tiempos han cambiado, pero los barrios siguen necesitando valedores, y ese es el principal motivo de existencia del movimiento vecinal. La terrible pandemia que nos ha trastocado estos años pasados ha puesto de manifiesto que se puede trabajar de otra forma. Y se debe. Es imprescindible familiarizarse con los medios digitales, que pueden ser una valiosa ayuda para desarrollar y difundir nuestro trabajo, complementando, que no sustituyendo, la presencialidad. Y tenemos que abrir nuestras organizaciones:  la asociación vecinal debe ser el paraguas que dé cobertura a distintos grupos de los barrios: deportivos, culturales, juveniles… de todo tipo. Esta apertura puede ser la puerta de entrada para ampliar y rejuvenecer las asociaciones. Además, tenemos que impulsar el trabajo en red con las entidades que ya trabajan en el barrio, crear alianzas, compartir proyectos, propuestas, actividades y espacios, tanto físicos como virtuales. Y consensuar acciones y fechas (son tantas las veces que nos contraprogramamos en los propios barrios…).

Para ello es necesario romper barreras y tabúes, buscar lo que nos une y no lo que nos separa; llegar a acuerdos de mínimos, muchas veces sólo en temas concretos, para poder sumar y no frenarnos entre organizaciones que muchas veces coincidimos en lo fundamental.

Porque en general, todos los colectivos que trabajamos en los barrios pretendemos mejorarlos, cada uno en su ámbito de actuación concreto. Y las asociaciones vecinales tenemos que conseguir funcionar como elemento aglutinador de todas esas iniciativas, tenemos reactivarnos y adaptar nuestras formas de trabajar para ser el “pegamento” de la actividad de la sociedad civil organizada de cada barrio.

En un momento en el que la participación está en horas bajas, es más necesario que nunca sumar para no gastar energías de forma innecesaria. Y trabajar con alegría, porque nuestro trabajo desinteresado y a veces desalentador siempre tiene premio: la enorme satisfacción interna de luchar por mejorar la calidad de vida en el día a día de nuestro vecindario, que además a veces se materializa en un logro, un pequeño detalle, o simplemente, una sonrisa o una palabra de agradecimiento de cualquiera de nuestras vecinas. Sólo por eso, merece la pena seguir, y la federación seguirá apoyando y ayudando a las asociaciones en todo lo que pueda para esa continuidad.

Los premiados de este año han sido:

  • Premio a la entidad o persona que mejor haya defendido los valores de la ciudadanía a Carmen Quintero Gallego de la Asociación Vecinal Rondilla.
  • Premio a la entidad o persona más solidaria a la Asociación ASALVO (Asociación de Alumnos voluntarios).
  • Premio al esperpento ciudadano a la Asociación Española de la Banca

                

La velada estuvo amenizada por las canciones de Morgana y Varo