Nos referimos a trabajar actitudes, más que facilitar mera información. No es tan importante responder todas las preguntas, como que se sientan respondid@s y segur@s de que pueden seguir preguntando. Tenemos que aprovechar los momentos que surgen de forma espontánea y estar preparados para cuando lleguen.
CÓMO hablar de sexualidad.
Hablar con nuestros hijos y/o hijas sobre sexualidad no debería ser una conversación que provoquemos en casa, en formato charla, y luego no volver a hablar más, sino que debe ser algo natural, normalizado y dentro de las dinámicas habituales, como cuando se habla de deportes, de naturaleza o de las vacaciones. Tenemos que aprovechar los momentos que surgen de forma espontánea y estar preparados para cuando lleguen. Algunas sugerencias podrían ser las siguientes:
- Escuchar. Déjales hablar y que ellas o ellos hablen sobre el tema sin interrumpirles.
- Nunca reñir o censurar sus opiniones, pues seguramente no habría una segunda conversación.
- Si no tenemos la respuesta o dudamos, la podemos buscar con ellos y/o ellas.
- Hacerles ver que son responsables de sus conductas y tienen que ser conscientes de ello.
- En la conversación siempre hay que transmitirles que la sexualidad va más allá del sexo y de los genitales, también es intimidad, afecto, respeto hacia la otra persona, consentimiento, comprensión, etc. Y que existe diversidad sexual y hay que respetarla.
Cuando hablamos de educación sexual en la familia, nos referimos a trabajar actitudes, más que facilitar mera información. No es tan importante responder todas las preguntas, como que se sientan respondidos y seguros de que pueden seguir preguntando. Ayudar a pensar, enseñar a buscar respuestas, desarrollar la capacidad crítica, positivando la sexualidad y la erótica, etc.
No dar respuestas defensivas o cortantes, porque penarán que han preguntado sobre algo negativo de lo que no se puede hablar. Si perciben una reacción de incomodidad, interpretarán que “eso está mal”, y “no debe preguntarse”.
- Debemos hablar con nuestros hijos e hijas e informarnos de lo que saben y no saben antes de intervenir. Si empezamos a hablar de cero, no tendrán una actitud receptiva. En cambio, si les explicamos una realidad sexual que les resulte compleja a partir de conocimientos que ya poseen, puede resultarnos muy eficaz.
- No sancionar, sino reforzar. Si sancionamos la opinión de nuestros hijos e hijas, puede que merme su predisposición al diálogo. También “no estoy de acuerdo con tu opinión” en lugar de “eso no es así, no dices más que tonterías”.
- Escucha activa y sin juicio. Prestar atención, intentar comprender, valorar y preguntar todo lo necesario para comprender mejor. Huir del modelo en que la familia es un tribunal donde padres y madres son jueces de los hijos e hijas.
- El diálogo es lo más enriquecedor. Los dogmas “esto es así y punto” y las figuras de autoridad “te lo digo yo que soy tu madre” sólo complican la dialéctica.
- Si preguntan algo que no conocemos, debemos apoyarnos en la red de profesionales: pediatras, sexólogos, tutores, y pedir que nos faciliten recursos que puedan interesarnos o podamos necesitar.
- Si hablamos delante de nuestros hijos e hijas sobre temas relacionados con la sexualidad, aunque no participe directamente en la conversación, será más sencillo para ellos/as sacar el tema en un futuro. Así evitamos que el hecho sexual sea tabú en la familia. Actos que no lo favorecen: cambiar de canal cuando aparecen escenas eróticas, o silencios tras noticias relacionadas con el tema. La misión de los padres es acompañarles en su proceso de aprender a pensar, entonces podemos abordar el tema con “esto es irreal porque…” “son muchas más cosas, como…” “no siempre es así, a veces…” o formulas parecidas
Debemos saber que el sexo no tiene que ver sólo con los genitales… aunque socialmente se nos mande constantemente este mensaje. Las sensaciones placenteras no se sienten sólo en esta parte del cuerpo. Tampoco se reduce a la penetración… existen muchas otras prácticas (el coito es una más) y cada persona tiene sus preferencias. ¡Los placeres son plurales y son muchos los modos de
conseguirlos!
La PIEL es el órgano sexual más grande del cuerpo y es el mayor receptor de sensaciones del cuerpo humano y nos envuelve de arriba a abajo. Centrar todas las opciones de placer en los genitales nos limita solo a ¿un 3% de cuerpo? Todo el cuerpo tiene la capacidad de dar placer, no lo reduzcamos todo a los genitales y los coitos
Llamamos zonas erógenas a las diferentes partes del cuerpo que al ser estimuladas pueden generar una respuesta de placer o excitación. Cada cuerpo tiene las suyas.
El CEREBRO es el órgano sexual más importante porque aquí empieza y termina todo: el deseo (¿me apetece?), la excitación (¿me gusta?) y la satisfacción (¿me lo he pasado bien? ¿Me gustaría repetir?