Cuándo empezar a hablar de sexualidad. Etapas Evolutivas.

Por unos BARRIOS SANOS.

Debemos empezar a hablar de sexualidad desde la primera infancia. Si entendemos la sexualidad como la manera en que cada persona construye su identidad hemos de tener en cuenta que esto ocurre incluso antes del nacimiento. Las familias necesitamos tener claro que la educación sexual no sólo es hablar de genitales y métodos anticonceptivos.

Si la sexualidad nos acompaña y cambia a lo largo de toda la vida, será durante toda la vida que debemos hablar de ello. Además, debemos de recordar que es imposible no educar en sexualidad, ya que incluso el hecho de no hablar de ello enseña que de ese tema no se habla, lo que dará lugar a tabúes y dudas no resueltas.

Si la educación sexual es tenida en cuenta, consensuada y trabajada por todos los miembros de la familia, será mucho más enriquecedora.

Empezar a hablar

Cuando hablamos de educación sexual, el debate se centra todavía en si debe realizarse o no o quién debe hacerlo. Los padres y madres debemos tener en cuenta que nuestra tarea es cuestionarnos y transmitir nuestros valores y modelos sobre pareja, maternidad, paternidad, expresión de emociones y afectos; y que, aún sin ser conscientes, ya estamos educando en sexualidad a través de nuestra forma de relacionarnos, de las expectativas que ponemos en nuestros hijos e hijas, y de la organización de la vida cotidiana.

También lo hacemos a través de la información que proporcionamos y de la que no, y de las emociones que manifestamos cuando se habla de sexualidad.

Así que, aunque los padres y las madres renunciáramos a educar la sexualidad de nuestros hijos e hijas, no podríamos hacerlo. De hecho, no hablar del tema sólo enseña que de esas cuestiones no se habla, lo que hará que aparezcan tabúes y posiblemente dudas no resueltas. No facilitar recursos fiables o no mostrar criterios para empezar a distinguirlos generará además dificultades en la toma de decisiones.

ETAPAS EVOLUTIVAS:

Desde bebés, como parte del desarrollo y el crecimiento, se pueden observar ciertas conductas. Por ejemplo, los lactantes juegan con sus propios genitales produciendo cierta autoestimulación placentera. A pesar de que esta etapa coincide con el juego egocentrista (según Piaget), hay interacción social entre pares. Esto es, los niños, se abrazan, acarician, etc. Conductas que forman parte de la intimidad erótica posterior en la vida.

Ahora, no todas estas conductas son de tipo sexual, los niños pueden vivir situaciones placenteras como colocarse objetos dentro de la boca, el chupeteo, ser abrazado, arrullado, acariciado o mimado. En general, el contacto físico puede provocar en el lactante una reacción agradable. Esto es, reacciones que influirán en la intimidad durante la etapa adulta (Feldman, 2007).

Infancia

Hay una etapa en la que los niños y niñas tienen una tendencia natural a mirarse, tocarse y frotarse los genitales para obtener goce (algo completamente natural y que no significa para nada que el día de mañana vayan a ser más promiscuos). En estas edades lo único que se debería hacer es explicarles que tales prácticas están muy bien pero que, como son algo íntimo, han de realizarlas a solas (para que no lo hagan en público y protegerlos así de posibles abusos o de la posibilidad de ser avergonzados por ello). Si les decimos que está mal o si simplemente nos agobiamos e intentamos evitar que lo hagan, esto jugará en su contra porque podrían entender que el placer del cuerpo es algo de lo que avergonzarse.

Desde muy pequeños, asimismo, suelen comenzar con preguntas como “¿de dónde vienen los bebés?”. Al responderlas, debemos decir siempre la verdad: nada de cigüeñas ni otras mentiras. Como es lógico, se intentará explicar todo con un lenguaje adaptado a su edad. Así, al llegar la adolescencia, si hemos generado confianza y hemos evitado infundirles prejuicios o tabúes, las conversaciones sobre sexo y métodos anticonceptivos saldrán de forma natural.

Adolescencia

Nos creemos que, por estar en la era de la información, los adolescentes por arte de magia tienen toda la que necesitan, pero esto es completamente falso. De esta forma, si solamente les hablamos de la parte negativa del sexo, muchos jóvenes acabarán buscando en internet. Lo peor de esto es que la mayoría de las veces no van a dar con las fuentes de información más adecuadas, de manera que muchos acaban aprendiendo a través del porno. En edades tan prematuras, este tipo de información podría generar una distorsión en la manera de concebir y entender la sexualidad, creyendo que es el acto sexual es tal y como lo que han visto en vídeos y películas. Los niños ven este tipo de imágenes cada vez de forma más prematura, por lo que debemos vigilarlos en el uso que hacen de internet.

Pero, sobre todo, el tema debe hablarse. Cuando aparezcan las conversaciones sobre sexualidad, aprovechemos para explicar a nuestros hijos e hijas cómo evitar embarazos no deseados o cómo protegerse de las enfermedades de transmisión sexual utilizando métodos anticonceptivos. Además, debemos incluir también la parte positiva: hay que hablar también de las emociones, el placer, el vínculo y el amor.